Los nuevos conocimientos sobre los efectos de los contaminantes gaseosos o volátiles en la salud siguen subrayando la necesidad de monitorear la calidad del aire interior y exterior. Muchos volátiles, incluso en niveles traza, pueden ser perjudiciales para la salud humana tras un breve periodo de exposición. Un número creciente de productos de consumo e industriales, como muebles, automóviles y camiones industriales, tiene el potencial de emitir volátiles nocivos conocidos. Se presta cada vez más atención a la detección de contaminantes gaseosos, con la esperanza de reducir o eliminar este riesgo para la salud mediante el establecimiento de mecanismos de respuesta pertinentes y eficaces.
Numerosas organizaciones nacionales e internacionales han trabajado en el desarrollo de directrices, regulaciones y estándares para monitorear la calidad del aire en entornos industriales, médicos, exteriores, interiores de oficinas y residenciales. Estas directrices permiten a los fabricantes certificar sus productos e informar a los usuarios sobre los niveles mínimos aceptables de contaminantes gaseosos.
Por ejemplo, la Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos (EPA) utiliza ciencia de vanguardia para desarrollar regulaciones que reducen y controlan la contaminación atmosférica de forma rentable. Para los contaminantes más comunes, la EPA recopila datos cada cinco años para reevaluar la idoneidad de las regulaciones atmosféricas. La agencia también identificó sustancias químicas específicas que podrían afectar la calidad del aire y sus fuentes, como automóviles, camiones y centrales eléctricas. Uno de los principales objetivos de la EPA es vincular los contaminantes con las principales fuentes que representan riesgos para la salud.
Los cuatro principales contaminantes del aire exterior son el O₃, el NO₂, el SO₂ y el CO. Estos gases pueden monitorizarse con instrumentos aprobados por la EPA. Combinadas con los datos de los detectores de partículas, las mediciones se utilizan para calcular el Índice de Calidad del Aire (ICA). Los volátiles en el aire interior son más específicos y dependen de si se trata de un edificio residencial o de oficinas, el número de personas, el tipo de mobiliario, el sistema de ventilación y otros factores. Entre los principales volátiles se incluyen el CO₂, el formaldehído y el benceno. El control de los contaminantes del aire es cada vez más importante, pero las soluciones tecnológicas existentes aún no satisfacen las expectativas de los usuarios modernos en cuanto a calidad de los datos y rentabilidad.
En los últimos años, los fabricantes de sensores de gas han adoptado diversas tecnologías y especificaciones de fabricación nuevas, como el uso de electrolitos no acuosos en sensores electroquímicos. Estos avances tecnológicos han impulsado la optimización de la potencia, el coste y el tamaño.
La revolución y el auge de los sensores de gas también requieren una mayor precisión. Los enfoques interdisciplinarios contemporáneos también impulsan el desarrollo de nuevas capacidades de sensores de gas y el crecimiento del mercado. Los avances en electrónica, filtros de gas, empaquetado y análisis de datos a bordo pueden, sin duda, mejorar la estabilidad y la precisión de los sensores. Los modelos y algoritmos de predicción que aplican tecnología de inteligencia artificial y análisis de datos a bordo también son más potentes, lo cual es fundamental para mejorar el rendimiento de los sensores.
Hora de publicación: 10 de enero de 2024