Hay decenas de avisos de hervir el agua en las reservas en todo el país. ¿Podría el enfoque innovador de un equipo de investigación ayudar a resolver este problema?
Los sensores de cloro son fáciles de producir y, con la adición de un microprocesador, permiten a las personas analizar su propia agua en busca de elementos químicos, un buen indicador de si el agua ha sido tratada y es segura para beber.
El agua potable en las reservas de las Primeras Naciones ha sido un problema durante décadas. El gobierno federal destinó 1.800 millones de dólares en el presupuesto de 2016 para eliminar las antiguas advertencias de hervir el agua; actualmente existen 70 en todo el país.
Pero los problemas del agua potable varían según la reserva. El lago Rubicon, por ejemplo, está preocupado por el impacto de la explotación de arenas petrolíferas en las cercanías. El problema para el Grupo de los Seis no es el tratamiento del agua, sino su distribución. La reserva construyó una planta de tratamiento de agua de 41 millones de dólares en 2014, pero no cuenta con fondos para instalar tuberías desde la planta hasta los residentes locales. En cambio, permite que la gente obtenga agua de la planta gratuitamente.
A medida que Martin-Hill y su equipo comenzaron a interactuar con la comunidad, se encontraron con niveles cada vez mayores de lo que ella llama "ansiedad por el agua". Muchas personas en ambas reservas nunca han tenido agua potable; los jóvenes, en particular, temen no tenerla nunca.
“Hay una sensación de desesperanza que no veíamos hace 15 años”, dijo Martin-Hill. “La gente no entiende a los aborígenes: tu tierra eres tú. Hay un dicho: 'Somos el agua; el agua somos nosotros. Somos la tierra; la tierra somos nosotros'”.
Hora de publicación: 21 de febrero de 2024